La casa de los suicidios

Charlie Donlea es un autor de indiscutible creatividad y se ha ganado a pulso un hueco en mis estanterías, de ahí que no me pueda resistir a sus nuevas publicaciones. Hoy comparto mis impresiones sobre La casa de los suicidios, la segunda entrega de la serie protagonizada por Rory Moore y Lane Phillips, que perfectamente se puede leer de forma independiente. Una novela de marcado suspense que me ha tenido haciendo elucubraciones sobre su desenlace a lo largo de toda la lectura.
Ha pasado un año desde que el elitista internado de Westmont, en Indiana, se hizo tristemente célebre por los crímenes ocurridos tras sus muros. Sucedió a medianoche, durante el solsticio de verano, y se encontraron abrumadoras pruebas que apuntaban a una persona en concreto, por lo que el caso quedó cerrado. Otros alumnos que sobrevivieron a aquel fatídico episodio han vuelto al mismo lugar para quitarse la vida. Todos del mismo modo. Esas víctimas tenían una historia que contar, y el interés por el sórdido episodio vuelve a despertar. Lane Phillips, un psicólogo forense experto en perfiles criminales, y Rory Moore, especialista en casos sin resolver, se van a ver envueltos en la investigación de estas inexplicables muertes…
Interesante premisa, ¿verdad? Pues aún hay más, porque todo comienza con un impactante prólogo en el que un psicópata recuerda cómo acabó con la vida de una persona e hizo que pareciera un accidente. Estaréis de acuerdo conmigo en que es un inicio ante el que resulta complicado no seguir leyendo. Charlie Donlea demuestra, una vez más, que sabe cómo jugar con las expectativas de los lectores, planteando giros inesperados, avanzando adelante y atrás en el tiempo, fluctuando todo desde múltiples puntos de vista y con un desenlace satisfactorio que no deja flecos sueltos, pero da a entender que este no será el último caso de esta pareja tan peculiar de investigadores.
Antes de comenzar la lectura de una novela me gusta ver el número de capítulos que tiene porque, si son muchos y de corta extensión, tengo casi la completa seguridad de que las páginas van a pasar a un ritmo desbocado, lanzándote de cabeza a por un capítulo más, y no tienes más remedio que dejarte llevar, manteniéndote desvelada hasta altas horas de la madrugada. Esta en concreto estructura su argumento en ciento cuatro, que van alternando entre las distintas líneas argumentales, además del añadido de retazos de un diario y episodios de un podcast sobre crímenes, así que la fluidez de su lectura estaba asegurada. al principio es algo caótico y se tomó un tiempo hasta que las múltiples conexiones fueron saliendo a la luz, pero todo cobró sentido una vez que se acabaron fusionando. Una novela de prosa fluida, con una traducción mejorable, que demuestra la habilidad del autor para crear imágenes vívidas en la mente del lector con las mínimas descripciones, y en la que se analiza el impacto que el trauma y las obsesiones ocasionan en los individuos.
Es vasto el elenco de personajes secundarios, algunos con sus contornos apenas esbozados, y otros que podrían ser obviados porque no aportan nada a la historia. La pareja de investigadores ha acaparado toda mi atención, a pesar de que con tantos puntos de vista han quedado relegados a un segundo plano. En especial me ha gustado mucho Rory, ella en sí misma es todo un misterio, totalmente asocial y con un sinfín de excentricidades que amenazan con arruinarle la vida cotidiana. Su mente nunca desconecta y necesita sumergirse en la restauración de muñecas antiguas, un proceso interesante que personalmente desconocía. Ellas son su obsesión y a la vez su salvavidas. Sin un rompecabezas que armar, su trastorno se acaba apoderando de su vida, de ahí que se centre en los casos no resueltos.
Sintetizando: La casa de los suicidios es una novela de suspense de lectura fluida y trama compleja, con varios puntos de vista y saltos en el tiempo que poco a poco van tejiendo un misterio que te atrapa desde el primer momento. Si no has leído ningún libro de Charlie Donlea, podrías empezar por este.

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