InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
>

Crítica de Homolectus


Homolectus
24 October 2022
El Hombre en el Castillo parte de la premisa de ¿qué hubiera pasado con Estados Unidos si los aliados hubieran perdido la Segunda Guerra Mundial? de esta forma, Dick nos presenta un territorio americano fragmentado y repartido entre alemanes y japoneses. En esta nueva organización territorial conocemos a Baynes, Tagomi, Childan, Frink y su ex mujer Juliane.

Baynes es un espía que llega a San Francisco —bajo el dominio japonés— bajo la identidad de un comerciante sueco que busca concretar un innovador negocio con el señor Tagomi, aunque en realidad su verdadera identidad y el motivo de su visita a la ciudad tiene que ver con algo más complejo y crítico de lo que se espera. Tagomi es el titular de la misión comercial de Japón en los territorios americanos y será víctima de una crisis de fundamentos y cuestión de la realidad. Childan es el propietario de una anticuaria que trata de retener su honor y dignidad a toda costa. Después de perder su trabajo, Frink hace sociedad con su compañero McCarthy y comienzan un negocio de joyería, creando las primeras nuevas formas de artesanía americana en una década con un efecto extraño sobre las personas que las observan. Juliane comienza una relación con un supuesto chofer de origen italiano con el que comienza un viaje para visitar a Hawthorne Abdensen, «el hombre en el castillo», autor de la célebre novela La langosta se ha posado, cuya circulación está prohibida en Alemania y su zona de influencia y el verdadero motivo por el cual Joe quiere ir donde el autor.

Desde la perspectiva de un Estados Unidos como perdedor de la Segunda Guerra Mundial, Dick propone una decadencia de la cultura americana que más tarde despertará el interés de coleccionistas y un intercambio cultural entre alemanes, japoneses, italianos, chinos y americanos que choca y pone a los americanos en el sitio del exotismo.

El Hombre en el Castillo no es una novela típica —ni siquiera para el género— por muchos motivos. El más notable de todos es el hecho de que la narración no sigue una sola línea argumental, sino que oscila entre varias líneas argumentales interconectadas en mayor o menor medida. Por otro lado está el asunto de que si bien tiene tintes de ciencia ficción —ahora los bandos están en medio de una carrera espacial— la novela va más por el lado de la últimamente tan mencionada ficción especulativa. No nos encontramos con grandes máquinas, ni supercomputadores, ni siquiera hay un atisbo de un robot. La novela es simple y llanamente sobre la vida de estos personajes en medio de una posguerra paralela.

La parte más interesante de la novela es la aparición de la langosta que se posó, novela ficticia escrita por el también ficticio Hawthorne Abdensen, «el hombre en el castillo» y que durante la narración es un tema frecuente de conversaciones entre los personajes. La langosta también es una ucronía en la que Abdensen muestra un mundo alternativo en donde el Eje perdió la guerra. Aunque similar a la historia real, en los hechos el mundo de la langosta es un tercer escenario y permite la inserción del autor dentro de la obra sin perder un solo centímetro de su integridad. Algo que me pareció sencillamente maravilloso.

A mi modo de ver, en La langosta que se posó está la “verdadera” trama de El Hombre en el Castillo. Bajo un gobierno con tintes totalitarios, invasivo y dentro de un territorio ocupado, escribir sobre otra realidad paralela en la que Estados Unidos gana la guerra es un acto revolucionario per se, pero el fenómeno en el que se convierte el libro es clave para que el régimen entienda el peligro que supone un libro del tipo para mantener el poder.

De la obra de Dick, El Hombre en el Castillo exhibe el mejor desarrollo de personajes. Estos se mueven entre sus acciones y pensamientos de una forma tan natural que en la mayoría de las veces su forma de actuar es bastante consecuente. Esto también lleva a que algunos personajes, especialmente Tagomi, muestren una dicotomía espiritual bastante interesante y que siempre tire y afloje de acá para allá.

Algo que no esperaba encontrarme en la novela es el tema sobre el significado de los objetos, o la "historicidad" como la llaman los personajes. Entre los ires y venires de coleccionistas nipones que quieren poseer los mejores artículos de la decadente cultura americana surge la pregunta de ¿por qué un centavo tocado por el presidente es más significativo que cualquier otro centavo? cuestión que se extrapolará a los demás objetos y que llegará a la delgada línea entre la autenticidad y las copias en masa, cuya historia no es más que una invención del momento.

Según varias entrevistas, Dick escribió esta novela como un experimento con el I Ching, otro elemento de la cultura oriental que está muy presente en la novela. Es la parte que me resultó más muda pues tengo conocimiento nulo sobre el asunto, Dick lo aborda de forma muy natural y a mi modo de ver, es parte fundamental de los giros que la trama debería proponer. Este de nuevo es otro de los puntos en los que algo se vuelve metaficción, pues el uso del I Ching por parte de Dick durante la escritura de la novela llevó a que varias cosas no pasaran como él quería, sino como el I Ching le decía. Esto es algo que también hace el ficticio Abdensen y en ambos casos lleva al mismo resultado: un poco de desconcierto sobre el resultado por parte de los lectores, en el caso de El Hombre yo incluído.

Con todo esto, parece que El Hombre lleva a grandes cosas a sus personajes y es el inicio de algo más grande, pero no hay nada más alejado de la realidad. Si somos sinceros y lejos de las reflexiones que despierta la presencia de una obra similar dentro de la narración, las tramas se quedan cortas y dejan cierto sinsabor sobre el destino de los personajes. Es algo que puede llegar a ser frustrante, sin duda alguna.

El final tiene una connotación multiversal y es muy Dickiano. Poco a poco descubrimos un horror subyacente sobre la ansiedad por la identidad perdida y sobre la existencia simultánea de otras realidades en las que el mundo no es lo que para los personajes es, ni siquiera se trata de un mundo mejor, simplemente de un mundo diferente. Con eso se abren las puertas para pensamientos más profundos sobre la existencia, el destino y la libertad. Pero eso es tema de otra charla.

El Hombre en el Castillo es un libro que para mí vale no por la historia atrapante que tenga, ni por la intriga que se esconde dentro de sus páginas. Es un libro con un valor que trasciende lo literario y lo encuentra en los elementos metaliterarios que exhibe y por los motivos recurrentes de la obra de Dick.

Nota al pie: Si bien no pensaba abandonar el libro, sí había llegado a un punto en el que no le encontraba mucho sentido a lo leído. Todo esto cambió luego del sábado 22 de octubre del 2022 cuando por serendipia me encontré en un conversatorio de Diego Agudelo en el municipio de El Retiro, Antioquia . Durante su conversación Diego mencionó varias veces a Dick y su obra, con especial énfasis en El Hombre en el Castillo. Esta conversación cambió la clave con la que leía el libro y amplió un poco mi panorama sobre el libro.
Comentar  Me gusta         00



Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro