El camino

La noche antes de irse a la ciudad a estudiar, Daniel el Mochuelo recordará todas las travesuras que ha hecho con sus amigos Germán el Tiñoso y Roque el Moñigo, que no son pocas y que dan ganas de unirse a ellos, aunque no tuvieran las mejores ideas del mundo. Qué valor tan preciado es la amistad y qué bien se ve reflejado aquí. A través de su mirada infantil, conoceremos las vidas y las costumbres de los habitantes de un pueblo rural castellano en la posguerra. Nos encontramos con unos personajes representativos de aquella época muy bien perfilados y con motes que los describen perfectamente. No faltan la proliferación de temas y la crítica; pues anda que no resultan cansinos don José y Lola con su fanatismo religioso y don Moisés con sus castigos.


Es fácil conectar con Daniel y su historia; es entrañable, nostálgica, divertida y triste. Eso sí, me ha dejado una sensación algo extraña por la forma que tiene Delibes de tratar la muerte en sus novelas, me ocurrió también con «La sombra del ciprés es alargada».