Hacía mucho que un libro no me sorprendía tanto y más uno del que llevo oyendo hablar toda mi vida y del que sabía que el escenario era mínimo: Mario, Carmen y un ataúd. Lo jodidamente interesante de esta historia es la parte técnica ya que Carmen es la típica señora pesada, crítica y ultramegarepetitiva que saca su libretita de rencor a la menor ocasión. El retrato que hace de y a través de ella es tan cercano que, por lo menos a mí, me llega a desesperar en algunas partes porque me parece cansina al extremo. Y eso, es precisamente lo que quiere conseguir Delibes. Carmen es el puro reflejo de una sociedad criada durante el franquismo y víctima de sus prejuicios y cazas de bruja morales. De verdad, qué maravilla de obra y qué grande era y es Delibes porque sí, porque es eterno y porque no se cortó un pelo en una época donde predominaba la censura. |