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Puede que sea la segunda vez que lo leo, además de haber visto alguna adaptación al teatro. Quiero destacar, sobre todo, la capacidad del autor para haber creado una novela que, casi en su totalidad, es un monólogo de una mujer con su recién difunto marido. Ella, Menchu, o Carmen, se desprende, durante toda una noche, de todos aquellos pensamientos que tenía guardados y enquistados desde años. Durante toda la novela, la protagonista, una señora, de clase media-alta, muy, muy, muy conservadora, pero mucho, me ha provocado muchas veces rechazo y muchas veces lástima, pero también tiene esos toques de humor que me han hecho aflorar una risa. Él, el difunto, y a través de ella también igualmente me ha generado mucha rabia en más de una ocasión. al final la novela es un reflejo de una época en este país, de cómo era la sociedad del momento, los roles que mujeres ,como la protagonista, no sólo asumían y aceptaban, sino que reivindicaban y defendían. Muchos de los comportamientos y pensamientos de entonces aún existen, tristemente, hoy día.
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