55

Volvemos a dar batalla con una reseña sobre un libro policíaco que me estaba encantando, hasta que el final me dejó por los suelos. ¿A qué tiene gancho? Es de esos libros con una trama tan trepidante que no puedes dejarlos hasta que ya lo has terminado.

Soy muy fan de las historias en las que la psicología tiene un papel tan importante. El autor comienza a narrar y en seguida sientes que está jugando contigo, usando todos sus instrumentos para que tú te armes todas las teorías en la cabeza. Presenta a dos sospechosos que cuentan exactamente la misma historia? ¿A cuál de ellos deberá creer Chandler?

Otra de las cosas que me ha gustado, ha sido que el libro esté dividido en dos líneas temporales. La del presente, y la del 2002, donde se nos explica otro caso que aunque en un principio parezca que no tiene nada que ver, ambos están unidos con el grueso hilo rojo del destino. Cuando las piezas ya han comenzado a unirse, todo se precipita en una espiral desenfrenada.

Tanto la trama como el trabajo de documentación me han parecido muy interesantes. No solo está centrado en una ubicación de Australia, donde nunca sucede nada hasta que este caso revoluciona a todos sus habitantes, si no que la labor forense también ha sido de cine. La tensión y el suspense son palpables en casi todo momento, pero llegando al final...

Sí, ese final que no me gustó. ¿Qué me decís de esos finales abiertos, donde se queda todo sin solucionar y que debes sacar tú las propias conclusiones? Ajá, así mismo me sentí yo. En las últimas páginas hay algo que sucede con un par de personajes que deja totalmente el caso en la incógnita, a pesar de que sí que descubren quien andaba detrás de todo.

En las novelas policíacas de este ámbito siempre prefiero que no se queden las sorpresas en el aire, que si se queda cerrado, que sea bien y si se queda abierto, que al menos haya una segunda parte a la que poder agarrarse. Pero al no tener ninguna de las dos, se me desinfló mucho, por eso no lo he dado la máxima nota.