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Avisado estás, lector que lee esta reseña, de que Bella Muerte es una novela gráfica extraña, y que si entras en ella sin saber nada vas a tener que darle un margen de maniobra, porque yo estuve dos capítulos enteros preguntándome qué diablos estaba leyendo, y extrañado por la rareza del dibujo. Todo apuntaba a catástrofe, pero... de repente algo empieza a resultar interesante. El tono de narración, los personajes creados, incluso la ilustración desacompasada, todo empieza a cobrar criterio. Y entonces descubres que lo has terminado y te dices que te ha gustado, y no poco, y que necesitarías volver a empezarlo porque leíste el principio con poca fe. Con muchas reminiscencias al estilo poético y fantástico de Gaiman en Sandman, Deconnick teje una historia que deja con ganas de saber más, y que por suerte seguirá en un segundo tomo. Emma Ríos hace un trabajo muy especial, muy bonito una vez te acostumbras. Y es que, a lo diferente hay que acostumbrarse, como a la música clásica, como a la buena pintura, como a la poesía. Un gran descubrimiento. |
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