El Rio/ The River

Este libro es una carta de amor a Colombia, una carta de más de 600 páginas escrita por un extranjero para cualquier persona que habite el territorio colombiano y que de alguna u otra forma ame este país; una carta sobre algunas de las grandes bellezas que están escondidas entre la selva y a las que a veces es difícil llegar, pero que están y estarán allí por muchos años para deleitarnos y ser contempladas con asombro.

Lo cierto es que, si bien ese es el mensaje a grandes rasgos que deja el libro, no es el único que hay entre sus páginas. Este es un libro que narra a dos tiempos las vivencias de dos expedicionarios por parajes diferentes del mundo en dos épocas muy diferentes entre si, pero igual de importantes y trascendentales para sus expedicionarios: Las travesías de Richard Evans Schultes estudiando plantas alucinógenas como el peyote y el yagé, y las más modernas hechas por Wade Davis años después; por parajes muy similares a los recorridos por su profesor en búsqueda del origen de la Ayahuasca y de la Coca silvestre.

En 1941 y durante doce años Schultes estuvo en el amazonas explorando ríos que no estaban en ningún mapa, recolectando plantas desconocidas para la ciencia y estudiando la sabiduría y las costumbres de docenas de tribus indígenas de Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia, Venezuela y, particularmente, Colombia. de vuelta en Estados Unidos, 30 años más tarde, su estudiante Wade Davis junto con su compañero Tim Plowman volvieron a estos parajes a seguir sus pasos con el ánimo de investigar los secretos botánicos de la coca, la vilipendiada fuente de la cocaína, la planta sagrada conocida por los incas como “la hoja divina de la inmortalidad”.

Este libro es justo eso, una reconstrucción de dos viajes tan distintos en el tiempo y en los objetivos, pero tan similares en la forma de hacerlos, de vivirlos y en las cosas tan bellas que ambos personajes descubrieron. Poco a poco, a lo largo de las páginas Wade va dejando de ser el protagonista de las historias que ha escuchado el río para darle protagonismo y contarnos todo lo vivido por su profesor tiempo atrás a veces en los mismos sitios y otras veces en lugares muy lejanos a donde este se encontró alguna vez en medio de la selva colombiana.

Es un homenaje también a la prematura muerte del compañero de viaje de Wade, un homenaje a Tim Plowman; un biólogo increíble que pese a su temprana muerte llegó a ser considerado una autoridad mundial en en la etnobotánica de la coca y en la taxonomía del gran género Erythroxylum —género al que pertenece la coca—, publicó más de 60 artículos científicos y fue editor de varias revistas especializadas. ¿Qué hubiera hecho este hombre con otro par de décadas de vida?

Un libro que no es solo de interés para biólogos, especialmente botánicos o áreas afines; sino un libro que es de vital interés para cualquier colombiano, o en general, para cualquier ser humano que quiera aproximarse a los secretos naturales y humanos que todavía esconde el amazonas y que podrían extinguirse por siempre tal vez en unas décadas.

Algo que me ha gustado mucho del libro es que en el aparece la versión anterior al jardín Botánico de Medellín, un lugar por muchos años olvidado y cerrado con unos muros altos y blancos que parecía más una cárcel para plantas que cualquier otra cosa. Hoy solo los más viejitos podemos recordar ese lugar ya hasta con cierto humor donde fuimos en alguna mañana del colegio y desde donde muchos años antes partió Wade en un viaje que lo llevaría a descubrir una parte del país que hoy todavía muchos ignoran.

Wade combina de una manera increíblemente perfecta el relato de los dos viajes con apuntes sobre la historia de cierto lugar en particular y datos de la biología de alguna especie en concreto, algo que es muy útil para entender desde múltiples puntos de vista el libro; un agregado que lo convierte en una obra completamente transversal a muchos conocimientos.

El Río es el homenaje de Wade a sus dos grandes compañeros, es un canto a la vida prodigiosa y multiforme de los grandes bosques pluviales de Sudamérica.