Primera obra de Juan Cruz en la que cabe resaltar su gran talento para las descripciones de forma que te adentras en abadías, villas y paisaje de tal forma que te asaltan los olores y el ruido ambiente El personaje principal, además de ser mercader de telas, también ejerce de mensajero, habiéndose ganado el favor de la iglesia. Junto con su fiel amigo, nos llevará a recorrer las calles de Turín, el monasterio de Santo Petrini, cercano a Milán y el de Grenoble, en Francia, con todo lo que unos y otros tienen que ofrecer y ocultar, porque esta es una obra donde no faltan los misterios y las conjuras. A mi modo de ver, el punto fuerte es la ambientación, sin embargo, la trama no termina de convencerme por la veleidad de algunos personajes o porque le ha faltado desarrollo. En líneas generales, si te gustan los misterios monacales, disfrutarás con esta lectura. |