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“Más allá de esos hechos, era incapaz de comprender lo que le rodeaba. Como si el mundo estuviera escrito en una lengua extranjera. Podía sentir la verdad flotando en la periferia de su conciencia, pero se encontraba fuera de su alcance.” ~ Wayward Pines. El paraíso de Blake Crouch. Ethan Burke despierta tirado junto a un río y lo único que recuerda es que es un agente especial que fue enviado a Wayward Pines a investigar la desaparición de dos compañeros. Nada más entrar en el pueblo un camión embiste el coche en el que viaja y su compañero fallece. Burke se queda en el pueblo, solo, sin dinero ni identificación; no consigue contactar con el exterior, ni con su familia ni con sus superiores; y en el pueblo todo el mundo se comporta de una manera extraña. Llega un momento en que Ethan comienza a plantearse si estará loco o si entre todos quieren volverle loco. Así que Ethan se pone a investigar y todo resulta de lo más extraño. Este libro es el primero de una trilogía que no está traducida por completo en España y de la que al parecer existe serie. El libro se puede leer sin necesidad de seguir con los siguientes, o por lo menos no siento que me haya dejado colgada. Cuando comencé la historia me recordó a Axat. El típico momento que cambias de capítulo y dices “ups, ¿qué me he perdido?” y en cuando sigues un poco más, ya no puedes parar. Lo cierto es que sufres con el protagonista y te angustias por verse inmerso en una situación que no es capaz de controlar. El final es tremendo con una mezcla de rabia y frustración. Me quedé de piedra porque me recordó a una imagen de una película que cuando la vi de pequeña me puso los pelos de punta y que hoy en día, cuando la recuerdo, me provoca el mismo efecto. Es un libro que se devora. Está escrito con frases cortas que imprimen acción a la escrita y aunque por momentos parece simplón, al final entiendes por qué los diálogos son a veces tan absurdos. Conclusión, engancha y si te pones en un día lo devoras. |
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