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Crítica de Guille63


Guille63
09 March 2023
Pues sí, efectivamente, ocho cuentos componen este libro, uno de sus maravillosos libros de relatos. Pero aquí me centraré solo en tres de ellos.

Manuscrito hallado en un bolsillo

“… es jueves, es la estación Chemin Vert, afuera cae la noche, todavía cabe imaginar cualquier cosa, incluso puede no parecer demasiado increíble que en el segundo tren, que en el cuarto vagón, que Marie-Claude”.

Uno de mis cuentos preferidos de Cortázar. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con alguien a la que solo ves unos minutos, un segundo, con alguien con quién te cruzas en una calle o coincides en el metro o en la sala de espera del médico, o con un comentario a un libro en GR, y que por la razón que sea provoca algo en tu interior? ¿Quién no se ha preguntado en esos momentos si esa persona, de llegar a conocerla, no podría ser algo importante en tu vida, quizás la más importante de tu vida?

El protagonista de este cuento es un “perseguidor”, alguien que busca lo inconcebible, y lo hace mediante el juego, con reglas ineludibles, que de ser incumplidas se arriesga a romper con su destino, a que surjan arañas por todas partes. Qué trascendente es para Cortázar el azar, entregar la vida al juego, a la sonrisa reflejada en una ventanilla del metro y “que ello podía traerme la respuesta, el encuentro con una felicidad”. Para Cortázar, el azar y el juego son el destino, un terreno donde te juegas la vida, una puerta hacia lo otro, una posibilidad de no sentirse “obligado a tolerar que el sol salga todos los días”. El protagonista no puede vivir con la solución fácil y tiene que llevar el juego hasta sus últimas consecuencias… o eso es lo que le gusta imaginar, quién sabe.

Cuello de gatito negro

Otro cuento fantástico, gótico en algunos momentos, en el que la garra está por todas partes. Su estructura es típica del autor, un inicio lento, recreándose en los detalles del encuentro, el café, las explicaciones que no consiguen explicar nada y un final trepidante. También recoge algunos de los temas típicos de los cuentos de Cortázar. La dualidad de lo racional y de "lo otro", esta vez encarnado en una mulata; quizás un poco tópico: mezcla del blanco racional y del negro mágico, animal, primario. Y como no podía ser de otra manera, nuevamente la victoria de lo mágico; victoria que es en realidad una derrota.

Otra vez estamos en el metro, la rayuela de este libro, con Lucho y su juego acosador. Esta vez tendrá que enfrentarse, en contra de su yo racional, al juego de Dina. Lo mágico se impone, se desechan convencionalismos en ese intento de búsqueda de comunicación, de felicidad abocada al fracaso; busca la oscuridad, donde todo se diluye y confunde, su reino, donde la racionalidad no encuentra asideros, donde las preguntas se esconden y no buscan respuestas ni a madame Roger. Otro personaje trágico que busca lo imposible mediante el azar, ese camino de baldosas amarillas que nos llevará hacia nosotros mismos.

Pero frente a ese optimismo, frente a esa esperanza de puertas abiertas y de otros lados, está el profundo pesimismo de Cortázar acerca de una realización efectiva de las posibilidades últimas del ser humano. Deseo frustrado la mayoría de las veces, y cuya obtención solo está reservado a unos pocos “idiotas” o Magas.

Liliana llorando

Gran cuento de Cortázar con uno de esos finales magistrales a los que tanto nos tiene acostumbrados. Un cuento y un final que quizás no sea lo que parezca... o soy yo que me estoy contagiando de esa enfermedad cortaziana de otros lados.

Puede que esa necesidad del protagonista de imaginar el futuro desde esa cama de hospital, tan detallado, toda esa necesidad de cariño (“Y será de veras, sé cómo me quieren, cómo les voy a faltar”) responda a otra cosa. Podría ser que la relación entre Liliana y Alfredo, esa que parece ser imaginada como futura, se haya fraguado durante su larga estancia en el hospital. Y así, el llanto de Liliana no responda solo a la inminente muerte de él, sino a eso que ha ocurrido sin que ella ni Alfredo lo buscaran, pero que aun así… Una relación que necesita imaginarla posterior a él, y no solo por él, también y sobre todo por Liliana, para que realmente no hubiera nada que decir, para que Liliana no tuviera que llorar ahogadamente, desde otro tiempo, sin separar la cara de la cara de Alfredo, sin negarse y llorando callada, ahora solamente para él, desde todo lo otro que él comprendería.
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