 |
Otro de mis favoritos y de los esenciales en la obra del autor. Relato con un fondo de agua Un cuento de estilo poético, donde se habla más de sentimientos que de hechos y en el que se describe de forma genial el deterioro que el tiempo ocasiona en las relaciones y las personas: desde la sólida inmortalidad de los cincuenta o sesenta años por vivir entre mates y jazz, pasando por la persistencia de los rituales, de “los juegos comunes, en las cenas de camaradería que tiran sus últimos salvavidas en medio de la dispersión y el abandono”, hasta la nada que los acosa sin defensa posible, “un hastío en el centro mismo de algo que había sido a veces una tormenta o un girasol o si preferís una espada, todo menos ese tedio, ese otoño pardo y sucio que crecía desde adentro como telas en los ojos”. ¿Quién no se dejado corromper por esas ausencias que llamamos recuerdos y hay que remendar con palabras y con imágenes tanto hueco insaciable? Axolotl Relato inquietante donde los haya. Es un relato sobre la soledad y la incomunicación del ser humano, de lo que este ha dejado de ser , la añoranza de ese mundo idílico que el ser humano ha perdido y donde uno podría ser finalmente quien realmente es (“Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl”) o no ha llegado a ser, como indica la elección del axolotl como protagonista del cuento, ese animal que parece una larva que no ha conseguido completar su evolución a adulto. Temas que son una constante en la literatura de Cortázar, como el azar, esa ley primordial que simplemente los seres humanos hemos empañado con muchos años de cultura y de la cual desconocemos sus entresijos. Y naturalmente, me parece un cuento inquietante porque ¿quién es el narrador de la historia? Final del juego Tres niñas preadolescentes ven como su mundo de infancia se ve trastocado por la llegada de un chico desconocido. Dos planos, la vida y las miserias cotidianas frente al juego y la fantasía. Dos tiempos, el de la infancia frente a la pubertad. Y, finalmente, un cuento frente a muchos otros cuentos. La primera separación se produce por una puerta blanca, la segunda por unos papelitos lanzados desde un tren en marcha y un collar de perlas y unos anillos, la tercera por un sobre violeta y la ausencia de una cara en la tercera ventanilla de un tren. Cortázar dejará al lector que complete los huecos. La puerta condenada. Un terreno usual en Cortázar, la normalidad alterada por una segunda realidad, más auténtica, más trascendente. Un hombre (Petrone) se encuentra en viaje de negocios y hospedado en un hotel (El Cervantes de Montevideo, donde, curiosamente, también se desarrolla el cuento Un viaje o El mago inmortal, escrito por Bioy Casares más o menos en las mismas fechas que el de Cortazar y con el que guarda enormes similitudes: la otra realidad ataca de verdad) donde oye en la noche el misterioso llanto de un niño tras el armario que tapa una puerta cerrada. Un cuento abierto, inquietante, molesto, sin explicación satisfactoria, si es que hay que buscar algo así en un cuento de Cortázar. Como él mismo dijo en una entrevista: "Para mí, un cuento, tal como yo lo concibo y tal como a mí me gusta, tiene límites y, claro, son límites muy exigentes, porque son implacables; bastaría que una frase o una palabra se saliera de ese límite, para que en mi opinión el cuento se viniera abajo. Y he visto muchos cuentos venirse abajo por eso, por destruirlo todo en el último momento, por ejemplo, con una tentativa de explicación de un misterio, cuando el misterio era más que suficiente en el cuento, cada uno podría encontrar allí su propia lectura, su propia interpretación. Hay gente que malogra cuentos, poniéndolos excesivamente explícitos, entonces la esfera se rompe, deja de ser el orden cerrado." |
>
