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Seguro que os ha ocurrido, y si no es así lo hará antes o después, que llega a vosotros un libro totalmente desconocido y algo de él os llama la atención y termináis comprándolo. Es el caso de “La condición animal”. . Estamos ante un libro de 12 relatos, separados en 4 bloques de 3 historias cada uno: tierra, aire, fuego y agua. Os confieso que lo primero que leí de Valeria me entusiasmó, la forma que tiene de narrar tan natural, aun cuando el mensaje sea duro y te pueda romper algunos esquemas. Sin embargo, me da rabia que conforme iba avanzando en la lectura, todas esas expectativas y promesas se fuesen desdibujando. No me preguntéis por qué, simplemente a veces pasa. . Hace más de un mes desde que terminé esta lectura y creo que el problema es la distribución de los relatos. Si planificáis un espectáculo, lo normal es ir buscando diferentes clímax o puntos de inflexión que agiten, en este caso, al lector. Con este libro se empieza en la cima y a partir del cuarto o quinto relato todo va en descenso, sin sobresaltos ni sorpresas, y se queda en eso, un libro con historias interesantes, bien escrito y que se deja leer, pero llega un punto en que uno lo termina más por inercia que por placer. Como cuando vas al cine y llega un momento que no haces más que mirar el reloj para ver cuánto falta para que termine la película; o como cuando la cabeza piensa más en el próximo libro, antes de haber terminado el que tiene uno entre manos. . Resumiendo, a Valeria hay que conocerla, porque tiene cosas que decir, y “La condición animal” es un buen acercamiento, aunque a mí me haya dejado bastante indiferente al final. Creo que en un libro de relatos el orden de los factores sí altera el producto, y aquí por parte de la editorial no se ha hecho bien el trabajo. ¿Lo mejor? Que lo leáis y os forméis vuestro propio criterio. |
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