Los lobos no piden perdón me ha gustado mucho. Es un thriller sorprendente por su punto de partida (un conocido político es un asesino en serie que solo quiere confesar sus crímenes con un inexperto periodista) y sobre todo por estar cocinado a fuego lento de tal modo que los sabores en forma de diálogos, pensamientos y reflexiones van concentrándose hasta explotar en un impactante final.
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