Dúo

Hay momentos en la vida para los que nadie nos prepara. La vida en pareja puede rompernos cuando las cosas se ponen complicadas. Compartir la vida con alguien no es tarea fácil. de eso trata Dúo, de esos momentos de crisis con mayúsculas en los que dos personas ya no encajan en el mismo microcosmos, en los que el entendimiento brilla por su ausencia y, sobre todo, en los que nuestra carga moral se enfrenta a nuestra humanidad más profunda.

Michel y Alice son un matrimonio francés que se mueve en un mundo de buena posición social y económica. Sabemos que viven en París, pero pasan sus vacaciones y descansos en una casa ubicada en Cransac, en medio de la naturaleza. Aquella estancia idílica se convierte en una pesadilla cuando Michel descubre que Alice le fue infiel con su amigo y socio.

Tensión y angustia, mucha tensión. Cada movimiento, cada palabra, las descripciones casi poéticas del entorno, de las habitaciones, de las expresiones, de los silencios, los gestos, todo, todo genera tensión. Algo va a desgarrarse, no sabemos qué, ni cuándo, pero estamos a la espera de ese gran momento en el que todo se destroce. Las conversaciones entre esta pareja, va más allá del intercambio, del reproche, de la disculpa. Estas conversaciones trascienden a esa casa y a esos dos, esas conversaciones (y lo que no se dicen) reflejan ideas mayores: la concepción del hombre y la mujer dentro de un matrimonio, dentro de una sociedad, dentro de este mundo.

Dúo fue publicada en 1934, pero hay momentos en los que se siente muy cercana a estos tiempos porque las preguntas siguen siendo las mismas frente a una infidelidad. La presión social no desaparece de la ecuación. En esta breve novela la presión externa está representada por el ama de llaves de la pareja. Un tótem a la que hay que sortear, una presencia que está allí y a la que se cuidan mucho de no enterar y exponer la situación (aunque intuyen que está al corriente). La figura de esa mujer trae más asfixia a esa atmósfera ya de por sí cargada.

Es la segunda obra de Colette que leo; la primera fue un cuento titulado “La luna de lluvia”. En ambas historias gobierna la tensión, en ambas historias se reflexiona sobre lo femenino, sobre el papel de la mujer dentro de las relaciones, sobre la soledad y la falta de entendimiento hacia nuestras emociones y pasiones más profundas. Lo que se espera de nosotras, lo que se exige, lo que se alaba e idealiza de nuestro género no está en consonancia con lo que cada una de nosotras somos y queremos. Alice no es víctima de sus pasiones y arrebatos, no es víctima de sí misma. Si de algo es víctima, es precisamente de esa idealización social hacia el papel de las mujeres en el matrimonio y en la vida.

Una historia sobre la incomodidad que produce afrontar la verdad, sobre el enfrentamiento entre lo humano y la construcción moral con la que definimos y clasificamos lo que nos rodea.

Colette ha llegado a mis estanterías para quedarse.

Hasta la siguiente lectura.