Jonathan Strange y el señor Norrell

A pesar que he terminado este libro y lo he dejado reposar durante dos semanas más o menos, todavía me duele el corazón con ese final.

El desconcierto se me ve a leguas.

Y no lo acepto. No, me niego. ¿Ese final? No, prefiero escribir un fanfic donde todo es como me lo hubiese imaginado.

Bromas aparte, es extraña la sensación que me provocan las novelas como esta, donde te dejan un regusto amargo pero que aún así volverías a leerla una y otra vez sólo para preguntarte cómo diantres se le ocurrió semejante joya al autor o autora.

Y es que, para mí, hay novelas que no tienen que gustar o no gustar, no me refiero al término ambiguo que se les da a una determinada trama. Esta sensación la he vivido con novelas como El secreto, de Donna Tart, El amor en los tiempos del cólera, del señor Márquez, El retrato de Dorian Grey, de Wilde. Novelas que volvería a releer una y otra vez sólo por vivir la experiencia de volver a sus páginas, sin importar el resultado final, eso que deriva en “me gustó” o “no me gustó”

Strange y Norrell son las dos partes de una misma moneda. Son una pareja de los más extraña. Son personajes con sus luces y sus sombras (Norrell no, Norrell es insoportable) que viven por y para la magia. Aunque al final, sus motivaciones son muy distintas.
Es una novela histórica donde se usa la magia que me gusta, un tipo de magia que no implica grandes maniobras o llevar una vara, tampoco hay grandes mundos donde existen seres extraordinarios, que los hay, pero no tan épicos como las grandes fantasías que hoy suelen ser muy populares.

Es una novela de personajes, donde se narra mayormente lo que hacen o dejan de hacer. No hay batallas épicas pero sí hay escenas épicas que quizás al principio no suelan tener sentido hasta que lees el siguiente capítulo. Es como ver en fotograma a fotograma, donde no entiendes nada hasta ver el cuadro completo.

Una delicia que, sin embargo, hay que tomarse su tiempo para leerlo, no por lo largo de su libro (que sí que lo es) sino por los detalles que hay entre sus páginas.
No se fijen en la puntuación, esto es sólo para no dejar el recuadro vacío. Lean la novela, independientemente de si al final les gusta o no.