Jonathan Strange y el señor Norrell

Se trata de una ucronía que se desarrolla en una Inglaterra del siglo XIX en la que la magia ha desaparecido tras cientos de años de existencia. Los magos son hombres que se dedican al estudio teórico de las artes mágicas, pero no saben practicarlas. En este contexto, el Señor Norrell, quien además de estudiar dice ser un mago práctico, aparece para trabajar junto a su discípulo Jonathan Strange y devolver la magia a Inglaterra.

La historia cuenta con múltiples episodios y subtramas excepcionalmente cuidadas hasta el último detalle. Magia, guerra, relaciones personales, intrigas sociales, erudición, secretos... Todo está perfectamente entrelazado, y los personajes tienen un desarrollo significativo que les hace dudar, cambiar de intereses, arriesgar, acercarse, separarse, hacer cosas buenas y malas.

Además, el lenguaje de la obra está exquisitamente cuidado y adornado con un fino humor inglés que hace sonreír al lector en numerosas ocasiones. Es, en definitiva, la creación de un universo mágico ambicioso y de grandes proporciones, a la vez que una narración encantadora.

A pesar de que la autora dedicó 10 años a escribir esta novela, su grandiosidad puede convertirse en un defecto para algunos lectores. El libro es bastante extenso y, en ocasiones, la trama no es suficientemente ágil. No obstante, al igual que en la vida, hay que estar preparados para disfrutar del momento aunque no sepamos hacia dónde nos lleva.