Ven y dime cómo vives

Agatha conoció a su segundo esposo, Max Mallowen, mientras visitaba una excavación arqueológica en Bagdad. Él era arqueólogo y luego de su boda ella se dedicó como aficionada a la profesión de su marido. Lo acampanó durante años a Siria e Irak, lo que era muy llamativo para la época. Acampaban por largas temporadas meses en el desierto, con escasas comodidades y con varios peligros que los acechaban.
Cuando volvían a Europa, las personas no dejaban de preguntarle cómo era esa vida que llevaban en Oriente. La respuesta se las da en este libro.
Nunca pensé que me iba a reír tanto con una novela autobiográfica y de temática arqueológica, pero tiene unas anécdotas y personajes geniales que me mantuvieron mucho más entretenida de lo que hubiera imaginado.

Está contada como solo la autora puede hacerlo, eso me llevó a que en algunos momentos me olvidara de que no era una novela y que era la vida real de alguien. Lo que más destaco es el humor con el que la protagonista veía la vida, no solo las situaciones desopilantes que le tocaron, incluso en momentos muy duros, como los de las guerras.