Insular

Tuve la suerte de recibir este libro gracias a la convocatoria de Masa Crítica de Babelio y es un lujo poder descubrir títulos más allá de los archiconocidos que están en boca y manos de todos. Es el tercer libro de la Editorial Tres Hermanas al que llego y cada vez son más las bondades que descubro en su catálogo.

Insular es una palabra que flota en un mar solitario, donde desde abajo esperan opacos los sentimientos como criaturas hambrientas. Es un recorrido a lo largo de diez relatos por toda una geografía del final abierto, porque si de algo puede presumir esta obra es de suspender el tiempo con cada punto y final, como el polvo que nos desafía tras una furibunda calima.

En sus relatos se presentan lugares exóticos, desconocidos, desesperados. Búsquedas y huidas, si es que acaso no son lo mismo. Lo curioso de estos relatos breves es precisamente eso, su concisión. Apenas sabemos de los personajes, del cómo han llegado hasta allí y qué les pasará después.

Chiaravalloti escribe despacio, como en un dictado donde cada fonema es una bella imagen sin contornos. Y es en esos diferentes diques literarios donde se contiene (en ambas acepciones) la fuerza expresiva de la soledad más íntima. En esencia, los personajes de sus relatos no son más especiales que cualquiera de nosotros, aunque sí son unos privilegiados por escapar de la abulia de las calles conocidas, de la rutina del calendario.

Viajaremos desde Tokio hasta Buenos Aires, desde una aldea despoblada en Irán a una capital destruida en Siria y después hasta un puerto de Guinea Ecuatorial, pasando por una isla del Pacífico. Titubearemos mientras cuestionamos el salto desde un puente perdido en Minsk y nos acercaremos a descubrir islas en el Ártico, mientras la tierra ruge en Santa Elena, apenas un lunar en la piel acuosa del Atlántico Sur.

Leer es viajar sin mapa, pero en esta ocasión precisamente lo que importa es el mapa, el confín, el límite. Porque cualquier historia necesita un territorio donde asentarse y qué mejor que conocer otras latitudes mientras que nos seguimos preguntando, siempre sin brújula, hacia dónde virar esta vez la mirada.
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