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La novela resulta ágil de leer y entretenida; la historia que cuenta está bien y se hace amena e interesante, cosa que juega a su favor. La ambientación en Rumanía sobre algo más que vampiros también es algo refrescante e interesante. En general, se trata de una novela que llama la atención, se lee rápido y engancha; la forma que tiene la autora de narrar es muy amena. Asimismo, se nota que ha habido un trabajo de documentación, pero creo que, en ocasiones, juega en su contra, ya que tengo la impresión de que quiere nombrar muchas cosas interesantes pero que no se integran del todo en la historia. Desafortunadamente, creo que la novela tiene un potencial que no se ha explotado del todo. Precisamente por lo novedoso, creo que podría haberse ahondado mucho más en las tradiciones y ritos que se muestran, que quedan como algo accesorio y meramente decorativo, pero que me llamó mucho la atención y lamenté no ver y entender más sobre los mismos. El tema de la superficialidad de los detalles es algo que está presente en toda la novela: los personajes secundarios son planos y sólo están para servir de vehículo al viaje de la protagonista, pero no tienen profundidad suficiente. Mitica se queja de cosas que, a mi parecer, no son reales (nadie la rechaza, se va ella porque no quiere aceptar el destino que quieren imponerle. No se me mal interprete, me parece bien su decisión, pero nadie la está rechazando, es más, todo el mundo la acepta siempre). Su antagonista guarda un odio infundado hacia ella; no se acaba de ahondar en los motivos y, a mi parecer es un poco plano. El personaje de Razvan era interesante. En un primer momento parecía que se preveía desde el principio lo que iba a ocurrir entre él y la protagonista y, cuando por uno momento no es así, me alegró, porque no me lo esperaba. Lamentablemente, al final sí ocurre lo que se veía. En cuanto a la trama de Crina y Velken, no acabo de entender que todo ocurra en la Torre de la Prisión, con todo el estigma social que supone, teniendo en cuenta que Crina, además, es la víctima de todo esto y el que posee la verdad es Velken. Tuve la sensación de que a raíz de la documentación la autora dio con esa costumbre y quiso ponerla, pero creo que no hay una razón de peso para que Velken trate a Crina como la trata al principio (dándonos a entender que Crina ha hecho algo malo) para luego darle la vuelta. Creo que podría haberse solucionado en la intimidad de su casa y preservar, así, el honor de Crina y evitarle el estigma. Tampoco acabo de ver muy clara la justificación a lo que hace la madre de Velken para con su hijo. ¿Recomiendo la lectura? Sí. Se trata de una novela amena, ligera y que nos hace pasar un buen rato. Además, apunta algunas particularidades de Rumanía interesantes que te empujan a buscar un poco más para aprender. |
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