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Jess es una luchadora, una mujer fuerte que ha tenido que afrontar situaciones muy difíciles y que la han llevado a perder su infancia y gran parte de su vida, porque no concibe un minuto en el que no se entregue por entero a la gente que ama. Thomas es un hombre lleno de bondad, amor y cariño, pero que no se deja conocer y, por ello, todo el mundo lo juzga erróneamente. Vive escudado en una coraza en la que aparenta una despreocupación que no lo representa. Ambos tendrán que luchar contra sus demonios, contra esos miedos que los mantienen anclados a un pasado que deben aprender a soltar. Mantienen una amistad maravillosa, en la que se conocen a la perfección, o eso creen, porque por el camino descubrirán secretos que parecían imposibles. Me ha encantado cómo Jess lucha por resurgir de sus cenizas, por amarse y aceptarse, en definitiva, por encontrarse a sí misma. Me he enamorado de Thomas, porque prefiere quedarse a un lado si eso implica que la persona que ama siga su camino en busca de sus sueños. En cuanto a los secundarios, me quedo con Max, ese tipo duro y callado que tiene un corazón que no le cabe en el pecho. También tengo que mencionar a Leah con su personalidad arrolladora, a Amanda, que ha tenido momentos en los que su actitud me ha sacado de mis casillas, y muchos más personajes que forman una familia increíble, con sus defectos y virtudes, pero una familia preciosa. En resumen, es una historia muy bonita, con momentos muy emotivos y en la que es imposible no cogerle cariño a esta gran familia. Me ha dado mucha pena despedirme de ellos y espero leerme pronto los dos libros anteriores, para conocerlos mejor. |
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