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La tercera entrega de esta trilogía minera no cambia de escenario, las cuencas mineras asturianas, pero si avanza en el tiempo situando la historia alrededor de la primera década del siglo (XXI, se entiende). Tiene forma de novela negra narrado por la joven e ingenua periodista de la radio local Aurora. Lo de ingenua es importante porque cuando aparece muerta la alcaldesa del ayuntamiento principal de la comarca se verá envuelta en una investigación que desvelará las corrupciones de la alcaldía de la mano de su mentor, el presidente del sindicato minero más importante de la cuenca. Unos delitos que Aurora descubrirá que son conocidos por muchos, pero siempre pasados por alto y casi aceptados como un mal menor. Los delitos, a los que la actualidad nos tiene acostumbrados (prevaricación, desvío y malversación de ayudas públicas, mordidas) se complicarán aún más en el caso del sindicalista, que vivió el régimen y que tiene mucho que ocultar de su actividad en los años de la dictadura. El libro es muy interesante, con reminiscencias claras a episodios reales como el Caso Hulla, pero a veces se atasca en muchas explicaciones, pasando del pasado al presente como a trompicones y en ese sentido le falta algo de naturalidad y fluidez. Con todo despierta interés, se lee rápido y lo recomiendo como un broche perfecto a la trilogía que nos recuerda, con delicadeza, que aún tenemos muchas cosas que reparar con respecto a esos años oscuros de la historia española porque los “pelillos a la mar” que algunos pregonan, sencillamente, son indignos. En esta ocasión las ilustraciones de Zapico son más escasas pero siempre un acierto empezando por la inquietante portada. |
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