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No pude. Por mucho que admire al escritor rumano, no pude ponerle al libro más de tres estrellas. Quizás haya sido injusto pues realmente el problema ha sido mío al esperar encontrar un libro de relatos escritos con su habitual “lengua de la infelicidad”, con muchos más de esos “momentos de resplandor extraordinario” que, soy testigo, su mente es capaz de producir. “¡Qué extraño destino me tocó en suerte! He madurado entre ruinas, he estudiado entre ruinas, he amado entre ruinas. A veces pienso que ser rumano significa ser pastor de las ruinas, arquitecto de las ruinas, amante de las ruinas.” No es que falten esos momentos, los hay, pero junto a ellos hay demasiados capítulos de los otros, de los que me interesan mucho menos. Como el propio autor dice en una entrevista, el libro, «especialmente preparado para el lector español», es «una recopilación de textos que sirven de sumario de toda mi obra. […] es donde el lector encontrará el itinerario al resto de mis libros», y es justamente eso, pero yo prefiero más Nostalgia, más Solenoide y menos esos capítulos que también me dejaron frío en Por qué nos gustan las mujeres o Las bellas extranjeras. |
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