Un mes en el campo

Tom Birkin, un soldado sobreviviente a la Primera Guerra mundial, nos relata lo que vivió durante un verano en una ciudad del campo, con tanto equipaje emocional a cuestas, con traumas de haber vivido una guerra y una vida personal precaria, llega a este pequeño pueblo con la intención de realizar una restauración.

Este libro tiene dos peculiaridades que me hicieron amarlo, la primera es dejarme ese sentimiento de que todos tenemos momentos de quiebre en nuestra vida que nos hace recuperar las fuerzas que no sabíamos que necesitabamos recuperar, esos momentos de verdadera felicidad y que solo se basan en situaciones de lo más cotidianas y sencillas, esas donde una rosa regalada, la conversación con una persona, ir a un día de campo, hacen que en este caso Birkin recupere su vida y su fortaleza, dejando un recuerdo perenne de momentos de verdadera paz.

Por otro lado, si bien este libro es de una sencillez impresionante en su historia, en su forma e incluso en su estilo, J.L. Carr ha logrado de manera magistral envolverme en su maravillosa prosa, su manera tan peculiar de llevarme a ese campo, a ver ese mural y a vivir y rememorar el mejor verano de la vida de Birkin y vivir junto con él, la forma en que recupera fuerzas para seguir adelante.

Me ha encantado este libro, tiene unos pasajes y frases realmente hermosas, este libro es solo un pequeño remanso de paz, sin sobresaltos, sin grandes historias de aventuras o de amor o de cualquier tipo, solo una historia peculiar y bonita