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Leer a Luisa Carnés ha sido una experiencia que ha despertado todos mis sentidos. He imaginado ese salón de té del Madrid de los años 30 en el que transcurre la obra, con el olor de los pasteles recién hechos y el movimiento de sus calles a la salida del cine de moda. Pero también he sentido el agotamiento por las largas jornadas laborales de sus trabajadoras, la desesperación por la búsqueda incesante de un trabajo que no llega y el cansancio de la clase obrera ante unas pésimas condiciones de trabajo y un sueldo indigno. ⠀ ‘Tea Rooms' es todo eso y más. Aunque la voz principal de la historia es la de Matilde, la última incorporación al salón y una mujer con las ideas claras, pero en una situación económica complicada; en la novela todas las protagonistas, y sus circunstancias particulares, tienen el mismo peso. Antonia, Paca, Laurita, Marta... Todas ellas difieren en edad, y tampoco comparten una misma condición social, pero sí hay una cosa que tienen en común: son mujeres. Y como mujeres viven los problemas de la época, que, lamentablemente, siguen vigentes a día de hoy: el acoso laboral, el reparto desigual de las tareas del hogar, el juicio social al aborto, la precariedad económica y la prostitución, entre otros. Este salón de té y sus vivencias están basados en la propia historia de la autora cuando ella misma trabajó en un salón de Madrid. ⠀ He subrayado las palabras de Luisa Carnés de una forma que no hacía hace mucho tiempo, y me ha hecho ser consciente de que, si maravillas como esta han estado tantos años invisibilizadas (y lo siguen estando, ya que, lamentablemente, el reconocimiento al trabajo de la autora no es ni la mitad al de los autores masculinos de su generación), ¿qué otros joyas de mujeres artistas nos estaremos perdiendo por culpa de la Guerra Civil y los años de dictadura? |
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