La muerte de Artemio Cruz

Mucho se ha dicho para minimizar e incluso denostar al llamado boom latinoamericano de las últimas décadas del siglo XX. Que estuvo ligado al éxito comercial, que eran escritores latinoamericanos europeizados, que dejaba afuera a las mujeres. Todas críticas certeras. Pero cada vez que vuelvo a esos escritores no dejo de maravillarme por la técnica literaria, la experimentación y la potencia de sus relatos.

Artemio Cruz se está muriendo a sus 71 años. Postrado y enmudecido, asiste a los preparativos de su familia indiferente y codiciosa para su muerte. Mientras tanto, repasa los momentos cruciales de su vida viviéndolos como por primera vez, transformando pasado en presente y futuro. Su pasado de guerrillero en la revolución mexicana; las decisiones que lo llevaron a convertirse en el hombre poderoso y acaudalado que es; los amores genuinos, impostados o frustrados; y la culpa por las traiciones y descuidos que le costaron caro a quienes supo amar.

Fuentes construye con auténtica maestría una novela maravillosamente compleja, donde la fusión de los tiempos se expresa en un uso inmaculado de los tiempos verbales, y las diferentes voces narrativas dan cuenta de la fragmentación de la identidad. Artemio recuerda caóticamente, saltando de una época a otra, y en esa reconstrucción fragmentaria del pasado (que tiene también algo de confesión) va surgiendo un mural extraordinario de la historia contemporánea de México y de ese triste paso que inevitablemente hacen las revoluciones que triunfan de la rebeldía al conservadurismo de un nuevo orden social: "desventurado país que a cada generación tiene que destruir a los antiguos poseedores y sustituirlos por nuevos amos, tan rapaces y ambiciosos como los anteriores." La pluma de Fuentes es sencillamente deslumbrante. Vale la pena adentrarse en el laberinto faulkneriano que construye y degustar cada párrafo.