Cuando te falte el aire

Un asalto a un laboratorio y una mala praxis en una empresa son los desencadenantes de una búsqueda a contrarreloj del paciente cero de una enfermedad que todos dábamos ya por erradicada.

Quina trabaja como epidemióloga en el Instituto de Salud Pública del Gobierno de Aragón (ISPGA). Una noche, el director la llama diciéndole que éste ha sido asaltado y que unas costosas vacunas han sido robadas. La inspectora Lysander, recién llegada de León, será quien en primera instancia se ocupe del caso. Por otro lado conoceremos a Alex, acaba de empezar a trabaja en ISPGA y le toca encargarse de un caso que cree que le viene demasiado grande: un chico de dieciséis años ha sido ingresado por neumonía y todo parece indicar que padece de tuberculosis, pero no tardan en darse cuenta que están ante una situación mucho más peligrosa y complicada.

El estilo narrativo es ágil, conciso y muy ameno, tenía cierto temor a que la autora, dedicándose a la sanidad, se fuera por los cerros de Úbeda, con los términos y descripciones científicas y médicas, pero no ha sido así. Desde las primeras páginas consigue atraprarte en todas las tramas que se irán desarrollando a lo largo de la novela, y que te permitirán conocer en profundidad a estas tres mujeres que forman un equipo estupendo.

Una lectura envolvente para devorar en una tarde y disfrutar, además de la historia, de un fantástico recorrido por las calles de Zaragoza. Deseando poder leer una nueva historia de Quina, Lysander y Alex.