 |
Siempre es un placer leer a alguien que sabe de lo que escribe, bien porque se ha documentado sobre el tema, bien porque es su modo de vida. En este caso, nos acercamos a lo que podría ser un nuevo desastre producido por un asalto a un laboratorio. La inspectora Lysander se pone al frente de la investigación para saber qué ha ocurrido y quien lo ha hecho y la epidemióloga Quina Larrea ha de pasar página porque tiene que volver a la realidad de su trabajo: intentar encauzar cuanto antes problemas de salud pública antes de que se conviertan en una pesadilla. A veces ocurre, sin embargo, que los síntomas inespecíficos camuflan enfermedades serias; una simple tos, unos mocos, cansancio,... ¿qué tendrían de malo? En principio nada, ¿verdad?, por lo tanto no es necesario prestarles mucha atención hasta que resulta demasiado tarde. Quina se enfrenta, por tanto, a otro gran problema: que la crean cuando da la voz de alarma sobre detalles, en apariencia sin importancia y lo la tomen por loca. En este libro tenemos varias tramas a la vez en diferentes momentos; vamos del pasado al presente para intentar averiguar cómo y dónde se originó todo y los caminos erróneos que se siguen días después; conoceremos a las protagonistas en sus orígenes y cómo han llegado hasta ese momento en el que el laboratorio ha sido atacado. Cuando se trata de enfermedades que se pueden contagiar de manera más o menos fácil y rápida, cada segundo cuenta y ver como se desperdicia el tiempo en tonterías es algo que te mantiene en tensión durante toda la lectura. No es esta la única trama que ocurre en el libro ya que diferentes personajes nos irán manteniendo al tanto de sus vidas, viendo como interactúan entre ellos y como de la rama principal van surgiendo otras que juegan al despiste y a que nos pasemos todo el libro preguntándonos cómo encajan unas piezas con otras. La escritora sabe de lo que escribe y se nota: la enfermedad, protocolos, formas de transmisión, aislamiento,... mezcla la posibilidad de que algo así suceda con la realidad y eso añade un toque de terror al libro ante la idea de que pueda volverse cierto en algún futuro cercano. Capítulos breves contados desde diferentes puntos de vista, personajes que nos dejan atisbar dentro de su vida personal pero que, sobre todo, nos enseñan su lado más profesional, la complejidad del control de las enfermedades con todas las trabas que conlleva: el paciente cero, la gente que se niega a compartir información, las trabas laborales,.... todo eso narrado de forma que mantiene el interés hasta el final, adecuando el ritmo y la acción a lo que se precisa en cada momento. Me ha encantado. |
>
