La comedora de pecados

La historia de una mujer condenada a comer los pecados del mundo. Una ambientación de lo más oscura que Megan Campisi ha sabido recrear de una firma magistral.
«Ahora lo invisible ya es visible. Ahora ya se oye lo que no se oía. Los pecados de tu carne pasan a ser pecados de la mía, y me los llevaré a la tumba en silencio. Habla». 
Estas son las palabras que cada día oye May de boca de su maestra, la única comedora de pecados de la ciudad. Tras la confesión del moribundo, ella devora los alimentos que le presentan, expiando así las faltas a través de sus entrañas. La comedora es una mujer maldita, que no puede hablar, a la que no se puede tocar, con la que no se cruzan miradas. Una mujer que da consuelo a pobres y ricos, también en los palacios, donde se esconden los crímenes más siniestros. Y la joven May, ahora aprendiz, pronto asumirá el desdichado rol.

Mi valoración personal:
En La comedora de pecados, Megan Campisi logra trasladarnos a la Inglaterra del siglo XVI, al Renacimiento más enigmático, lleno de supersticiones y rituales, de la mano de una heroína fascinante.
Cuando May Owens es arrestada por robar un trozo de pan, no se imagina que su condena será la peor de las penitencias. May pierde su identidad y el trato con el resto de la gente tras que sea declara la nueva persona que se coma los pecados de todos aquellos que quieran salvar sus almas solicitando sus servicios.
La comedora de pecados es la persona encargada de a través de unos alimentos determinados adquirir los pecados de la persona que solicita el servicio pudiendo así liberar su alma para morir en paz.
Como una especie de confesora May escucha a la persona moribunda que le confiesa sus pecados y acto seguido se prepara ese especie de menú del pecador que ella ingiere. ¿pero que pasa cuando se prepara un menú donde hay alimentos que no pertenecen a los pecados del moribundo?  Así es como May se ve envuelta en una conspiración palaciega donde hay varios asesinatos.
Con una narración de capítulos no muy extensos, Megan nos sumerge en el renacimiento negro, supersticioso y enigmático de la mano de una joven que se encuentra sola en el mundo.
Me ha gustado mucho la ambientación y de cómo su protagonista principal iba evolucionando conforme avanzaba en la historia, pero he de decir que la forma que Megan hacía que May nombrara a los personajes ha hecho que perdiera en más de una ocasión la atención. No es lo mismo leer por ejemplo “la señora Ann respira con dificultad “que “ratón de campo respira con dificultad” en ningún momento he sabido como se llamaban los personajes que salían en la novela, solo por el apodo que la protagonista les iba poniendo, y eso en mi caso hacía que no me situara en la novela.
En concusión, un libro que me ha parecido lento y sin mucho misterio pero que recomendaría ya que desde luego es original sobre todo por saber que este oficio existió realmente. Un libro que no me ha encantado pero que tampoco me ha defraudado.