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En cada nuevo volumen de la serie Montalbano, nuestro querido comisario envejece un poco más. En la vigesimosegunda entrega, La sonrisa de Angelica (2010), ya tiene 58 años. Y eso es algo que lleva francamente mal. Se diría que la famosa crisis de los cuarenta, o más bien de los cincuenta, se ha instalado de forma permanente en él, causando verdaderos estragos. En busca de esa juventud perdida, Montalbano cae fácilmente rendido ante los encantos de una mujer casi veinte años más joven, Angélica. Esto marca un hito remarcable en la historia de la saga: es la primera vez que se produce una infidelidad consciente y premeditada por parte del comisario, aprovechando la distancia que le separa de Livia, siempre tan lejos, en Boccadasse. Lo más curioso es que la traición de Montalbano a su eterna novia genovesa es fruto de sus propios celos e inseguridades. Angélica es una víctima más de la extraña oleada de robos que está golpeando Vigata. El ladrón comete sus crímenes en casa de gente adinerada y de hábitos un tanto peculiares. Aunque, por motivos evidentes, Montalbano no consigue centrar toda su atención en el caso, algo le hace pensar que en la lista de víctimas se esconde también el nombre del culpable. Finalmente, el ladrón (y después también asesino), dará la cara. Bueno, lo hará solo a medias, bajo el pseudónimo de Zeta, y con el único objetivo de desafiar a los investigadores y jugar con ellos. Entre los habituales secundarios de la serie, en esta novela adquiere un protagonismo especial Fazio. Será él quien tome las riendas de las investigaciones cuando Montalbano se muestre ausente. Poniendo su lealtad por delante de sus deberes policiales, llegará a saltarse la ley con tal de protegerle a él y a su problemática amante. Los lectores de la serie pueden sentirse un tanto incómodos ante esta anómala situación. ¡La profesionalidad y el prestigio de Montalbano, arruinados por un enamoramiento impropio de su edad! Sabemos que el bueno de Salvo no es perfecto, pero nunca antes se le había visto faltando al deber de forma tan reprochable. Un nuevo e ignoto territorio por el cual Andera Camilleri nos guiará con su maestría habitual Hay que decir, por último, que el autor nos trae en esta novela un guiño literario al poema épico «Orlando furioso», cuyos versos se citan en varias ocasiones a lo largo de la novela. En dicha obra ―en la que también encontramos una Angélica― el amor, los celos y la locura juegan un papel fundamental. ¿Logrará el comisario regresar a la senda de la cordura o se dejará vencer por la locura de la pasión? Hay que leer la novela hasta el final para averiguarlo. Enlace: https://humildelector.com/20.. |
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