Las malas

Hay obras que deben ser escritas, publicadas, leídas y recomendadas. En mi opinión, esta es una de ellas.
La estrecha idea de «normalidad» (término que detesto pero que sin duda actúa como patrón que rige nuestra sociedad) que tenemos no va a ampliarse nunca si no existen oportunidades de conocer en profundidad las muy diversas maneras que existen en el mundo de verse a sí mismo y de construir una identidad que pueda alinearse con la forma de mostrarse a los demás, de comportarse y de «estar» en el mundo. Esta novela contribuye notablemente a ello.
Camila Sosa expone abiertamente una parte de los recuerdos de una época de su vida con suma generosidad y honestidad. Por estos dos motivos creo que se trata de una obra sumamente bella. No todo lo que cuenta es cómodo ni agradable, pero el relato posee la fuerza de una verdad que necesita emerger del exilio personal al que muchos «deben acogerse» como recurso para poder ser ellos mismos. La historia habla de sororidad, de pérdidas y de duelos, pero también de esperanza, de comunidad y de apoyo mutuo.
El estilo es directo, crudo, sencillo, y se combina en algunos momentos con ciertos tintes de realismo mágico que amortiguan parcialmente la dureza de una realidad violenta en la que unos pequeños detalles pueden aportar mucha luz.
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