Las malas

No sé bien cómo reseñar una novela como “Las Malas” y esto se deba quizá en parte a que es la primera vez que leo sobre la vida de una mujer transgénero y de trasvestis en la literatura. Sin embargo, me ha parecido una historia brutal y conmovedora en muchos aspectos. Brutal porque narra cómo es la vida de aquellos y aquellas que no encajan dentro de lo que la sociedad espera y que son obligados a vivir en los márgenes del mundo; conmovedora porque dentro de la pobreza, de la violencia y de las humillaciones constantes, es posible encontrar solidaridad, sonrisas, y complicidades compartidas. Entre la desgracia y la pérdida, se vislumbran algunos destellos de algo bueno -no esperanza, pero algo parecido. Y en ese sentido, el gran acierto que encuentro en la pluma de Camila Sosa es que no sólo presentó el mundo de los trasvestis en una época y un lugar específicos, sino que caracterizó esa experiencia de tantas emociones, temores y deseos que forman la existencia de cualquier persona -hombre, mujer, travesti, transgénero, que la universalizó. Porque sin importar la preferencia o identidad sexual, como seres humanos buscamos seguridad, amor, comprensión; buscamos un hogar que con frecuencia se pierde; las palabras de cariño de nuestros padres; la posibilidad de vivir sin ser juzgados. En este aspecto, Sosa nos sumerge en el mundo de un grupo de travestis obligados a prostituirse para sobrevivir, alejados de sus familias e incomprendidos y violentados por todos, pero que logran construir comunidad por y a pesar de las experiencias dolorosas compartidas -golpes, abuso sexual, enfermedades. Pero entre ellas, hay camaradería, amistad, apoyo y con ello existe, si bien de forma apenas perceptible, la posibilidad de un mejor mañana -la esperanza que ha hecho que este mundo siga adelante. Además de estas experiencias, la narrativa de la escritora es tremenda, contundente y fluida lo cual contribuye a que ésta sea una historia sólida.