Las malas

Las lágrimas de las travestis de esta novela se acumulan, caen, deslizan y crean una piscina de dolor en la que nadar todas. Las lágrimas de las travestis de esta novela comparten un grito que sale de bien dentro, que atraviesa la garganta, la misma garganta que ha tenido que tragar dolor y rabia, la misma de la que tambien han salido palabras de alivio, hermandad. Y toda esa violencia común vivida que hace que vibren las cuerdas vocales llega a la mano de Camila Sosa y se transforma en un relato entre la ficción y la no ficción, en un testimonio que cuenta, denuncia y aúlla porque está vivo.

Las malas está narrada desde una primera persona y sin embargo es coral. Porque Camila aquí habla por todas las mujeres con las que compartió vida en el Parque Sarmiento, porque no puede hablar de la Tía Encarna sin hablar de María la Muda, o de Angie, sin contar sus vidas y entrelazarlas con la suya propia como cachitos que configuran un todo.

Dice Camila que el cuerpo de las travestis es su patria, y de alguna forma este libro ha pasado a serlo también; hay algo único en su escritura, algo que tiene que ver con la capacidad de crear imágenes que reflejan cómo se aprieta y suelta el nudo en el estómago, imágenes que nos muestran cómo los recuerdos de todas salen a bailar para reconciliarse entre sí porque saben que nadie más lo hará por ellos.