La travesía final

José Calvo Poyato ( la de bromas que tuvo que padecer en el colegio) es lento, serio, bastante riguroso y muy pulcro. Vamos, que el poya to, posee todos los ingredientes para que sus libros sean un coña zo. ( ojo que asociado a su apellido....nada, tengo el Santo viernes guarro)
Y sin embargo, no.

No, porque para los que amamos la historia no es fácil encontrar textos que expliquen de manera detallada y comprensible, los difíciles equilibrios políticos en esta naciente edad moderna europea.

La travesía final no se limita a narrar la segunda expedición a las Islas de las especias por parte de Castilla, sino que entronca de manera reposada y didáctica con las complejas negociaciones con el reino de Portugal por la explotación del codiciado territorio.
Además, para añadir más leña al fuego, están en juego nada menos que las bodas de ambos reyes.

En este entorno de afiladas plumas y lenguas, Juan Sebastián Elcano (el prota guapo de la peli) tras su casual y accidental vuelta al mundo solo tiene una ambición.
Capitanear una flota para consolidar la ruta que abrió Magallanes.

Pero la rancia nobleza unas veces, la política internacional otras y siempre la envidia y la codicia, se empeñarán en echar por tierra el sueño del navegante Vasco.

Me ha parecido una novela hermosa, cierto que el pulso narrativo marca de la casa es lento, pero me apasiona la forma de transportarnos, de crear entornos y de meternos en la historia.

Hay cierto lirismo en la fórmula empleada por el autor, consiguiendo que anécdotas como la del retrato que recibe el rey Carlos, de Isabel de Portugal, cobren un aroma distinto, más romántico y real que el descrito por otros escritores.

Aunque al principio renegué, agradezco que Calvo poya to ( no lo puedo evitar) de menos espacio a la navegación y lo alterne con otros acontecimientos que ocurren al mismo tiempo en tierra firme.
Hacerlo a la inversa hubiera sido repetir su anterior libro.

Tengo una manía que don José satisface. ( ¡¡¡como para nombrarlo por el apellido aquí!!!)
El final. Toda novela histórica que sea digna de llamarse así irremediablemente debe acabar como esta.
¡Por eso Posteguillo es dios!
Por eso la travesía final, deja en mi piel ese sabor del tiempo bien invertido.

Sé, que está de moda revindicar el papel de la mujer olvidada por la historia.
Va siendo hora de que de igual hombre o mujer, mientras rescatamos a personajes como Elcano.
Lo que menos me ha preocupado de él durante la lectura es si tenía vagina o pene.

Tengo nuevo ídolo. Juan Sebastián Elcano
Tengo nuevo autor. José Calvo polla...poya...
Tengo que decidir si me acerco a la señora Pérez de forma sutil o como la berrea del ciervo rojo.
Decisión tomada.

¡¡SEEEEEEBEEEÑOOORAAUUUU PEEEEEUUUUUREZZZ!!

Buen final para la bilogía que inició con La ruta infinita.