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Crítica de fatimaromeroalvarez


fatimaromeroalvarez
06 October 2021
El libro de la foto, ahí dónde lo ves: portada y contra portada: es redondo.
No una esfera perfecta, hay que reconocerlo, pero vas a encontrar pocas novelas más redondas que El puño del emperador.
Para que no me tilden de palmera, empezaré por las imperfecciones.
Si hay que ejercer de tiquismiquis, se ejerce: Lo más evidente es el exceso de batallas, habrá gente que lo disfrute, no es mi caso. Y más si hay un capítulo en el que, después de recrear el choque bélico durante seis páginas (hasta de diez páginas hay otra), continuamos con los generales festejando y recreándose en lo que acaba de pasar. Ocurre, por otro lado, una ominosa elipse del primer encuentro amoroso de la pareja protagonista. Después de ciento y pico (no lo voy a decir para no fastidiar en demasía) páginas de acercamiento; pasamos a momento poscoital. MUY MAL. Por último una observación al alcance de pocas miradas: el whatcanwedo? No si está puesto aposta o a mala leche, desde luego a mí, como mujer, me ha sentado fatal. O sea, te curras la espía perfecta, experimentada en mil lides que, ante un imprevisto se limita a preguntarle a su rollete qué hacer. FALLO ÉPICO.

Ahora voy a intentar resumir TODO lo que me ha GUSTADO.
El libro en sí es muy bonito como objeto, tiene el tipo de cubierta cuya ilustración se entiende cuando terminas la lectura, la contraportada tipo «tres brochazos»: uno, te ubica en el tiempo y el espacio; dos, te ubica en lo que va a pasar y tres, te ubica en el contexto emocional ni le sobra ni le falta. Además, la portada es muy sobria, adornada solo con un icono sencillo pero que denota una elección de buen gusto.

El contenido es abundante (setecientas veintiuna páginas) y variado (histórico, bélico, detectivesco, misterio, romance y, sobre todo, aventura), pero no se hace excesivo porque está combinado y dispuesto para que se disfrute ¿Cómo?:
Lo más evidente es que los capítulos son cortos. Mi suegra me explicó bastante claro que con capítulos de máximo doce - catorce páginas uno puede asimilar mejor lo que ocurre y dosificárselo tranquilamente. Me lo dijo con otras palabras, pero es una lección que me quedo para mí (gracias, suegra, eres la mejor) para siempre.
Luego compensa el que el punto de vista varíe apegándose al personaje que lleva el peso con ese Arte que tiene Caliani para adherirte al aura del protagonista y, si bien no es primera persona, formas parte de su forma de experimentar la peripecia.
Así, despegamos en la piel de Tamura a quien conocemos en plena acción de forma magistral y tomando una decisión que afectará al desenlace de la novela al completo.
En el capítulo dos nos adentramos en Carnutum, escenario y personaje también. Haremos un vuelo acercándonos, en círculos, a la comitiva imperial en su entrada, hasta posarnos en el hombro del protagonista masculino: Jano, cuyo apodo titula la obra.
En el capítulo tres Ictis hace acto de presencia dejando prístino que no estamos ante una novela predecible ni que busque la aceptación de los remilgados. Ole.
Me encanta no saber con qué me voy a ir topando en cada cambio de perspectiva, que la historia avance sin prisas pero con momentos vertiginosos, que los detalles anecdóticos se conviertan en puntos clave (Uteljarab lo mola todo), la coherencia vital de cada uno (aunque evolucionan no dejan de ser ellos mismos, por más que les pese) y que el autor se tome la molestia afinar, casi afilar, en el lenguaje para que la experiencia lectora sea la mejor posible.

Ya, lo mejorcísimo (de la muerte) son tres puntazos: cuando describe algún personaje por sus decisiones. Pongo ejemplo: «El dueño del faro del Norte calculó el precio en un instante. No demasiado barato, para que fuera rentable. No demasiado caro, para que no dudaran en regresar si volvían a necesitar sus servicios». En este sentido el autor tenía el listón muy alto con La iglesia y se ha superado. Luego, cuando hay diálogos, casi no hay acotaciones y ni falta que hacen. Y luego está el capítulo diecinueve que, si no es el capítulo perfecto, poco le falta: cuatro páginas, dos escenas. Tres páginas con la protagonista en una puñetera disociación de manual y el tándem principal brillando a través de lo que sugieren las cicatrices ajenas y su forma de tratar a los animales. Pero es que en la última página, como quien no quiere la cosa se desata lo peor.

En resumidas cuentas: romanos, sármatas variados, bosque, ruinas, ciudad, coprofagia, infanticidio, castración, traición, mentiras, sexo, drogas, peleas de a dos, tres, una contra varios, cienes contra cienes, fieras salvajes, amor, odio, prejuicios, desprecio, destino, voluntad y hechos constatados sin escatimar y bien mezclados en una novela para hartarse y querer más.
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