El legado del bardo

Hoy os traigo la reseña de una novela juvenil de Fantasía medieval, llena de magia, criaturas fantásticas y mucha música.



Lo primero que se nota al comenzar a leer la obra, es el lenguaje adaptado a un público joven: sencillo, claro y con personajes y conversaciones que se entienden con facilidad, pero que llevan un claro mensaje de respeto, muy importante de transmitir.



Pero, a pesar de todo esto, la novela se puede leer también siendo un público adulto, ya que los temas que se tratan son de actualidad (pese a estar ambientados en una época que recuerda a la Edad Media) y la trama engancha desde el principio.



Mientras leía la novela, no paraba de pensar en lo importante que sería que este tipo de novelas se leyeran y trabajaran en los institutos, ya que el mensaje de aceptación y respeto hay que seguir inculcándolo en la gente joven.



Gracias a Annyah y a Kâyak, Ana Calatayud trata la temática del racismo con contundencia y filosofía. También se ve representado el colectivo LGTBI a través de varios personajes, tratándolo con naturalidad y sin ahondar en ello: los propios personajes aceptan que esto es así y nadie cuestiona en ningún momento los matrimonios homosexuales. Se ataca más a las criaturas (racismo, xenofobia...) que a quiénes aman los demás. Por tanto, creo que este tipo de obras que no pretenden buscar el apoyo fácil, sino que integran todo esto con naturalidad, son muy necesarias.



En cuanto a la trama, debo reconocer que me ha atrapado desde el principio. La idea es sencilla y no tiene grandes pretensiones, pero la autora logra crear misterio y ciertos momentos de tensión que mantienen al lector pegado a sus páginas.

Hay momentos que pueden resultar previsibles, pero se ven enriquecidos por ciertos giros que dotan de interés y sorpresa a la obra.



Los toques de humor que posee la novela la enriquecen y suponen un alivio ante los momentos de tensión y la filosofía que inculca la obra, evitando así que se haga pesada y resulte agradable su lectura.



Los personajes resultan complejos e imperfectos, resultando así creíbles y realistas. Cada arista, cada evolución que experimentan y la oscuridad que hay dentro de ellos, sirve para que podamos empatizar, comprenderles, sentirnos identificados e, incluso, dar visibilidad a distintas problemáticas que a día de hoy siguen siendo un tema tabú, como lo es la salud mental (ansiedad, depresión...).



Si bien es cierto que la literatura juvenil no es la que más a menudo leo, con El legado del Bardo me he llevado una grata sorpresa que me ha dejado con buen sabor de boca.



Como dato curioso, añadiré que al final de la obra hay un pequeño anexo en el que se explica cómo pronunciar los diferentes nombres de lugares y personajes.
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