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En “El legado del bardo” tenemos una bonita historia de fantasía ligera, perfecta para aquellos que prefieran la fantasía del viaje de los aventureros a la fantasía de batallas. Una historia con un tono más bien juvenil que le aporta una mayor frescura, y que además transmite un precioso mensaje acerca del poder de la música y la fuerza de las palabras. Una historia que nos demuestra que la solución para derrotar al enemigo no siempre pasa por una lucha a muerte en el campo de batalla. Una novela ideal para los amantes de los dragones, pues estos ostentan un papel de peso en la historia. Y además, con un rol algo distinto al que viene siendo habitual para estos seres. Ni dragones malos, ni dragones buenos que luchan contra los malos. Son, simplemente, un personaje más de nuestro grupo de protagonistas. Con su personalidad única, independientemente del hecho de que sean dragones. A pesar de que el final se me ha antojado un pelín precipitado teniendo en cuenta la cantidad de páginas que se dedican al desarrollo inicial, debo decir que he disfrutado bastante de la historia. Con una trama lineal, amena y sin demasiados sobresaltos pero sí con pequeñas sorpresas. Quizás, lo que más me ha flojeado, han sido algunos de sus personajes, pues pienso que a varios de ellos se les podría haber sacado mayor partido. Pues estos, a pesar de que tienen un papel importante al inicio de la historia, acaban en un plano muy secundario a partir de la segunda mitad del libro. Y es una lástima, pues son personajes interesantes que creo que podrían haber dado mucho juego. |
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