Beya (le viste la cara a Dios)

Un libro desgarrador. Cada frase que lees y cada dibujo que ves te pega una patada en el estómago, te da asco, te repugna, te enoja, y más cuando sabés que es la realidad de muchas mujeres y niñas en nuestro país, porque lamentablemente todas nosotras sabemos lo que es salir a la calle con miedo a no volver nunca más. La trata de blancas en eso, es no volver más, porque te cambiaron todo a base de tortura. Beya es uno de los libros más difíciles que leí este año y tiene uno de los finales más tristes que leí también. SPOILER: si bien ese final al estilo película lleno de justicia o venganza, como quieran llamarlo, parecería ser “feliz”, la chica termina yéndose a otro país con un pasaporte falso a empezar otra vida y eso es lo que me pareció desgarrador, ¿por qué hay que escapar, por qué hay que seguir perdiendo la identidad? La chica, “Beya” como la obligaron a llamarse en el prostibulo, no piensa en volver a ser quien era antes de la tortura a la cual la sometieron, no piensa en volver a su casa, no piensa en su familia, en sus amigos, porque ya no es ella, le sacaron todo, y eso es lo más injusto de todo, la trata de blancas te borra todo, hasta lo que creíste que nunca te podrían borrar. No se puede decir que este libro se disfruta, más bien se sufre, pero bien sabemos que la literatura no es solo goce o entretenimiento, va mucho más allá.