Buena suerte

Algunas personas no creen en la buena suerte, ni en las coincidencias ni en el destino. Por otra parte estamos los demás, los soñadores, los que tratamos de darle un nombre a todo aquello que escapa a nuestra razón. Nos gusta pensar que la magia mueve los hilos y que nosotros, entre entusiasmados e ilusos, nos dejamos llevar. al fin y al cabo ¿quién necesita todas las respuestas? Tenerlas sería una catástrofe. Ese día dejaríamos de preguntar.
Por eso nos contentamos con un "qué buena suerte he tenido" cuando el aire sopla a nuestro favor. Abrimos las alas y nos dejamos llevar.
Pero a veces esos vientos de buena suerte vienen cargados de nubes de tormenta, de letra pequeña y saldo a su favor. Y se nos olvida que basta una décima de segundo para que la buena suerte se torne mala, para que comience a asfixiarnos el precio a pagar.
La buena suerte, como todo, es relativa. Todo depende de lo limpio o lo sucio que esté el cristal.