Tarzan de los monos

Para alguien que creció con las aventuras que Johnny Weissmuller nos trasladaba en sus películas caracterizado como Tarzán, ha sido una verdadera sorpresa encontrarse con la auténtica fuente literaria originaria de este personaje de la pluma de Edgar Rice Burroughs. Reconozco que en “Tarzán de los monos”, primera de varias novelas con el mismo protagonista publicadas a partir de 1912, he encontrado un personaje muy diferente al que estaba presente en mi imaginario. Si bien la novela puede catalogarse dentro del género de aventuras convencional de la época, también contiene interesantes reflexiones sobre todo en torno al desarrollo de Tarzán en sus peculiares circunstancias.

Habiéndose amotinado la tripulación del barco en el que viajaban Lord Greystoke y su esposa embarazada Lady Rutherford de camino a Sierra Leona, ambos son abandonados en un punto indeterminado de la costa africana. El matrimonio se enfrentará a los peligros de la cercana selva y de tener que vivir en un terreno prácticamente inexplorado con escasos medios y un bebé por nacer.

Quizás lo que más me ha impactado de la novela haya sido el sorprendente desarrollo de Tarzán, muy diferente a lo que se nos presenta en las versiones más comerciales del personaje. Habiéndose criado por una manada de simios y adoptando, pues, las costumbres y formas de vida de éstos, es curioso cómo por sí mismo va notando las diferencias que le separan de éstos y cómo él mismo hace por diferenciarse abiertamente de ellos dentro de ese proceso de autoconsciencia (y que irremediable nos lleva a la reflexión acerca de lo que implica ser humano). Es cierto que el autor muestra determinada mentalidad fruto de la época (especialmente reseñable en su idea de los nativos africanos y en la concepción de la prácticamente transmisión genética de la caballerosidad inglesa) y de una fascinación por el exotismo de un continente que nunca conoció; sin embargo, en una crítica más global del ser humano, también se muestra proclive a denunciar los abusos del colonialismo de finales del Siglo XIX.

El mito del “buen salvaje” sobre el que escribía Rousseau se materializa en esta obra formando un personaje misterioso que se replantea su mundo y, a la vez, nos lo muestra a través de fascinantes aventuras. Otro punto muy interesante es la relación que mantiene con Jane Porter, algo que igualmente poco tiene que ver con las películas. Tanto el vínculo que le une a ella, su periplo hasta tierras lejanas para demostrar sus sentimientos, así como la peculiar manera de comunicarse (algo que también difiere totalmente de la imagen clásica) completan la revisión de un personaje que tal vez se ha intentado acercar demasiado a la cultura popular mediante una simplificación excesiva del mismo a juzgar por su aparición original.