Dientes de leche

Cuando el hábitat se vuelve un lugar hostil los seres vivos se comportan a menudo de forma inesperada para adaptarse al nuevo entorno. Sin embargo, ninguna especie causa tanto daño como el ser humano. Puede llegar a ser egoísta, desconfiando, y agresivo con el fin de garantizar su supervivencia.

𝘋𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘦𝘤𝘩𝘦 de 𝘏𝘦𝘭𝘦𝘯𝘦 𝘉𝘶𝘬𝘰𝘸𝘴𝘬𝘪 recoge esta idea y plantea un futuro que oscila entre la distopía y la realidad, donde los habitantes de un territorio apartado luchan cada día por sobrevivir bajo unas condiciones climáticas adversas.

Con la llegada de una niña de cabello rojo se desencadenan una serie de acontecimientos que ponen en peligro la frágil estabilidad de la comunidad. Mientras esperan a la caída de sus dientes de leche para dictar una sentencia, los diferentes personajes sacarán a relucir su verdadero ser.

La autora deja un cierto misterio sobre el mundo que crea. Ella imagina otra realidad sin llegar a revelar su funcionamiento o su historia, y sin quererlo lo convierte en una metáfora, en una fábula postapocalíptica, en un cuento casi fantástico.

Su manera de expresarse es depurada y cruda, con ciertos arrebatos poéticos que resultan conmovedores e íntimos. Un rayo de sol atravesando la ventana, moscas atrapadas en el cristal, la mostaza salvaje... Logra sumergirte en una cápsula atemporal, en una atmósfera inquietante que es refugio y penitencia al mismo tiempo. Se puede palpar, no solo la tensión o la incertidumbre que sienten los personajes, sino también el desmoronamiento de una relación maternofilial o la creación de nuevos lazos afectivos en mitad del caos.

Creo que cualquiera que ame las historias misteriosas sobre la supervivencia, la crisis climática, o la esperanza deberían detenerse un momento a leer Dientes de leche.