La apariencia de las cosas

Año 1979. La apacible vida de los vecinos de Chosen, una localidad rural cercana a Nueva York, se va a ver alterada por un terrible suceso. Un día de febrero, cuando George Claire regresa a su domicilio, tras impartir sus clases en la universidad, encuentra a Catherine, su esposa, asesinada en su cama: alguien le ha abierto la cabeza con un hacha. Mientras, su hija Frammy, de apenas tres años de edad, juega en la habitación contigua ajena a lo sucedido. George correrá a pedir ayuda a los vecinos de la granja más cercana y hasta allí se desplazará también la policía para intentar averiguar qué ha ocurrido. Muchas serán las dudas sobre lo sucedido. Chosen no es un lugar en el que ocurran grandes cosas, más bien es uno de esos pueblos en los que el tiempo parece haberse detenido y la vida de sus habitantes discurre sin grandes cambios. Y aunque la búsqueda del culpable seguirá su curso, lo hará en un segundo plano.

A partir de aquí la historia da un giro completamente inesperado y, lejos de adentrarnos en una minuciosa investigación en la que se irán montando y desmontando teorías, se va abriendo paso una novela coral en la que lo verdaderamente importante es indagar en la psicología de los personajes: saber cómo discurría la vida en esa granja antes de los acontecimientos, quiénes la habitaron, cuáles eran sus sueños, cómo fueron cambiando sus vidas con el transcurso de los años y cuántos secretos quedaron enterrados entre aquellas cuatro paredes. Para ello, retrocedemos en el tiempo hasta un año atrás cuando el hogar de los Claire vivían los Hale con sus tres hijos y, acuciados por las deudas, tuvieron que desprenderse del negocio familiar que hasta la fecha había sido el sustento de varias generaciones: la vaquería. A partir de ese momento se enfrentaban a un futuro incierto.

Brundge ha sabido exprimir sus armas, y disecciona, sin necesidad de dotar de gran ritmo a la historia, las fisuras de una pareja, logrando crear una atmósfera oscura y opresiva, en la que la tensión se masca en cada capítulo gracias al magnífico perfil psicológico de sus personajes. Con una prosa cuidada y envolvente, va trazando las vidas de estas dos familias y las de aquellos que se cruzaron en sus vidas, en una novela de ritmo sereno y cadencioso, que requiere cierto esfuerzo inicial del lector ante la ausencia de signos de puntuación en los diálogos, pero que rápidamente se verá recompensado con relato de esos que calan en lo más profundo.

Encontraremos ciertos paralelismos entre estas dos familias, conoceremos de sus duras vidas. Y no hablo solo de esfuerzo físico sino de los sacrificios que, además, en el caso de las mujeres suponía una abnegación absoluta hacia la familia siempre en detrimento de cualquier capricho personal por simple que fuese. Veremos las dificultades de los Claire para hacerse un hueco en una comunidad cerrada y reacia a abrirse a los forasteros, a la vez que toca la autora temas mucho más profundos como las grietas de un matrimonio, la fachada de las personas, las dificultades económicas, la soledad, la infelicidad, la violencia y el machismo.

El elenco de personajes es amplio y todos ellos van a quedar magníficamente dibujados. Mucho más protagonismo tendrán los Claire. En especial, George y Catherine, dos apasionados de la historia del arte que se conocieron en la universidad y que sin embargo van a tener muy diferente futuro profesional. George dará clases en la Universidad, Katherine tendrá que ocuparse de la familia y tratar de matar su tiempo ayudando a reparar las múltiples deficiencias que tiene la granja. Ella me ha ganado por completo, él me ha resultado un personaje absolutamente fascinante y a la vez perturbador. Junto a ellos, la propiedad (la granja Hale) tiene tanto peso en la historia como cualquiera de los protagonistas. Es un lugar lleno de secretos, de olores, de sensaciones, a veces escalofriantes.

La apariencia de las cosas ha sido una verdadera sorpresa literaria. Una novela novela coral con la que he disfrutado muchísimo, narrada de forma impecable, con unos personajes redondos y que no necesitará grandes dosis de ritmo para atraparte entre sus páginas. No os la perdáis.

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