Hace muchos años, un niño amontonó sus ropas a un lado de una alambrada de espino y se adentró en el infierno vestido únicamente con un pijama de rayas. Ese niño, uno de los más famosos de la literatura contemporánea, nos ha acompañado hasta hoy, quizá con la firme intención de contar otras historias. La de los que hicieron la guerra y la de quienes la padecieron; de todos los muertos, los vivos, los desaparecidos. de todas esas almas que se elevaron entre cenizas y de los cuerpos que salieron de allí vivos, pero no ilesos. de la culpa que se arrastra entre habitaciones de París, bares de Sídney, edificios de Londres. de la responsabilidad del silencio. Leí este libro sin saber de qué iba. Lo elegí solamente por el nombre del autor, por la maravillosa historia que nos encogió el corazón de la mano de un niño que cruzó una alambrada para conocer por sí mismo lo que era la realidad. Y me alegro profundamente de ello. |