Leer a Paula Bonet es desgarrador a la par que necesario. Rechaza la imposibilidad de vivir el duelo, rompe con el silencio asociado a la pérdida tras el aborto espontáneo. Roedores me ha recordado un artículo de Olalla Rodil que leí hace unos años sobre violencia obstétrica. Hablaba de abortos sin asistencia médica y recogía testimonios como los siguientes: «Me dieron una cuña, de las de orinar, y me dijeron que cuando expulsase el feto que avisara» «Parí a mi bebé sola, de pie, en el baño de una habitación», la experiencia de estas mujeres es de dolor y trauma en un halo de desconocimiento y silencio. Paula Bonet reafirma el poder del testimonio; frente al silencio, la necesidad de contar y escuchar. |