Dios - La ciencia - Las pruebas: El albor de una revolución

El libro no aporta novedad alguna, simplemente es una recopilación de teorías, hipótesis y tesis científicas que vendrían a afianzar la idea de que Dios no es descartable como origen de todo. Hasta ahí, todo bien. El problema es que los autores actúan como si los creyentes necesitaran que la Ciencia les echara una mano contra los malvados ateos, siempre tan combativos, al parecer, y acaban cayendo en esa misma dialéctica absurda. Hay como un resentimiento en el trasfondo de su obra que la hace incómoda incluso para los creyentes necesitados de certezas. El diálogo entre Ciencia y Religión se ha dado siempre entre quienes dejan a un lado sus prejuicios y razonan abiertamente sobre las posibilidades de un Creador. Es algo presuntuoso pensar que es a partir de este libro cuando los partidarios de Dios empiezan a ganar la partida. El colmo viene cuando tras una retahíla de citas, glosas, enumeraciones y datos que ya conocíamos, los autores pretenden convencer al respetable lector de que el milagro de Fátima no ofrece tampoco ninguna duda. (¡Hasta ponen las fotos aparecidas en la prensa de entonces como prueba!).
Y es aquí donde todo se desmorona. Podríamos habernos quedado con una ligera crítica al libro por ser una simple recopilación de lo ya sabido, pero este desvarío final amarga el resultado. Su indisimulado interés por hacernos tragar con todo hace que se dude de todo lo demás, dejando al lector con la sensación de haber perdido el tiempo y el dinero.