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Liliana Bodoc tiene ese instrumento mágico de lo poético. Todo lo que cuenta está rodeado de un lenguaje bello, de imágenes y metáforas muy altas que hace entrar en juego en lo más llano y cotidiano. Reivindica, como en toda su escritura, el oficio de contar historias. En este caso, juega con el tipo de la TRAGEDIA (en mayúsculas), aplicado a una historia urbana, en una plaza de un barrio de clase baja en el que se reúne un inmigrante boliviano, un vendedor de cocaína, dos mujeres que atienden en un local de ropa (una con la aspiración profunda de formar una familia típica; la otra luchando con un entorno anómico, una relación abusiva y un desorden alimenticio que la consume hasta casi desaparecer), y un estudiante de odontología de clase alta, como el villano de la historia. En el relato (que en una primera lectura puede resultar un poco confuso por el abordaje tan poético y por momentos críptico) se entrecruzan problemáticas sociales como los desórdenes alimenticios, la violencia de género, la discriminación a los migrantes de países limítrofes, la inter-culturalidad, el abuso policial. Este abordaje hace que sea un libro especialmente potente para trabajar en espacios educativos, desde diferentes ejes. |
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