Abre los ojos. Pelis y series para entender el mundo

De niña, la novia de mi tío, que estaba de viaje de trabajo, su hija y yo solíamos hacer fiestas de pijamas en las que no faltaban chocolate, palomitas y Pretty Woman. Yo, que había perdido toda esperanza en los príncipes azules, me tragaba con emoción la historia de la prostituta que se enamora de su cliente quien -oh, sorpresa-, la corresponde. La misma niña que no soportaba Dirty Dancing (1987) -quizá tuviera relación el hecho de haberla visto demasiadas veces con una de mis primas ya adolescente-, no se cansaba nunca de Vivian y Edward. Tuve que llegar a Comunicación Audiovisual, allá por los diecisiete, para comprender qué me estaban contando con este remake de Pigmalión.

Este análisis político, social y, desde luego, muy crítico -y necesario-, es el que ofrece Pepa Blanes, periodista y jefa de cultura de la Cadena Ser en Abre los ojos. Pelis y series para entender el mundo (Fuera de Ruta editorial, 2021). En él ofrece una disección de un puñado de películas y series, mostrando que todo tiene un motivo, que posee una ideología y es un artefacto político.

La visión del mundo que tiene cada director es la que ilumina la pantalla cuando comienza la magia del cine. Desde el racismo, que va más allá de Lo que el viento se llevó (1939) y alcanza la gala de los Oscar, en la que Hattie McDaniel se convierte en la primer afroestadounidense en hacerse con la estatuilla (1940), a pesar de lo que el director tuvo que solicitar un permiso especial para que acudiera a la gala, donde no pudo sentarse con el resto del reparto de la película. También el colectivo LGTBITQ aparece reflejado, entre otras, en la peculiar serie Transparent (2014) en la que un profesor universitario, que acaba de jubilarse, reúne a sus hijos y les anuncia que siempre se ha sentido una mujer y así vivirá desde entonces. Asistiremos a su día a día, sus dudas, la aceptación de su propia feminidad. La mujer obrera aparece retratada en Yo soy la Juani (2006) o Hermosa juventud (2014) y la prostituciónen en ese cuento de hadas protagonizado por un galán paternalista y clasista como es Pretty Woman (1990). La desigualdad, fomentada por el gobierno, así como sus terribles consecuencias, da lugar a individuos como el protagonista de Joker (2019), que demuestra cómo cualquier descontento social se puede manipular.

Blanes nos coloca al otro lado del espejo -o de la pantalla-, y nos enseña que todo cuenta algo del mundo en el que se ha hecho, del individuo que ha escogido qué, cómo y cuándo. Y es nuestro espíritu crítico el que debe servirnos de brújula en el cine y en la vida.
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