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Cooper es un arquitecto que está sumergido en el trabajo años, desde que perdió a su mujer. Incluso dejando sola a su hija, ya adolescente, Cecilia. Porque estar con ella, le recuerda a su esposa. En un evento de arquitectura, con el que va con su hermana y su socio, él se encuentra por casualidad con Julianne, una mujer que asiste a una boda al lado de su evento. Con una conversación de lo más tonta e improvisada, empiezan un tonteo. Y así cada vez que se ven, ya que el destino parece que solo hace más que unirlos. Por otra parte, Cecilia quiere irse interna a un colegio, porque estar en casa es estar sola y al menos allí estaría con gente pero Cooper no quiere que se vaya. Entre eso y que empieza a abrir su corazón gracias a esa chica misteriosa que le saca más de una sonrisa, él empieza a hablarle de su madre a su hija y las cosas empiezan a ir mejor. Él empieza a cambiar y a la vez a hacer cambios en su vida y dejando atrás el dolor e intentar comenzar de nuevo. No he podido conectar con ningún personaje, salvo con Cecilia porque al ser ella pequeña, es normal que quiera saber cosas de su madre y también lo sola que se siente. Respeto a Cooper, lleva años cerrado en sí y en un solo instante al conocer a Julianne ya quiere tener "sexo loco" aunque eso solo lo piensa pero nota una atracción increíble. Julianne, por otro lado, parece la mujer más interesante del mundo, o eso le gusta a ella hacer creer porque es lo que ha hecho casi todo el libro, que empezaba a odiarla. No me ha enganchado nada, y solo continúe con el libro porque necesitaba saber lo que sentía Cecilia y luego me encantó Cooper y la decisión de seguir adelante, a pesar de que siempre siga ahí el dolor. |
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