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"Vientos de revolución" nos transporta a una novela de las de fantasía de espadas y batallas. de reinos en guerra, de traiciones y de monarcas ambiciosos que sólo desean conquistar nuevas tierras y enriquecerse. Una novela con un gran componente bélico y repleta de tonos oscuros que nos muestra una humanidad jerarquizada y corrompida en la que los esclavos y las mujeres ocupan el escalón más bajo. El toque fantástico es sutil, a través de algunos personajes pertenecientes a razas ajenas a la humana. No es un obra en la que abunde la magia. Es la primera parte de una bilogía, en consecuencia, se trata de una obra bastante introductoria que pretende mostrarnos la decadencia que envuelve a este mundo para que comprendamos por qué una simple chispa es capaz de prenderlo todo. Y es que cuando algo está tan podrido, la única manera de reconstruirlo es derruyéndolo y empezando de cero. Teniendo en cuenta este componente introductorio, debo decir que al comienzo he echado de menos algo más de información tanto del mundo como de los personajes. Empieza todo de forma bastante abrupta, convirtiéndose enseguida en una trama de huida y persecución (para mi gusto, un pelín demasiado larga). Por fortuna, a partir de la segunda mitad del libro la cosa empieza a pausarse, a adoptar un ritmo menos frenético permitiéndonos conocer mejor el trasfondo de la novela. Entiendo que el libro busca mostrar la peor cara de la humanidad. Sin embargo, no me ha gustado nada el papel de la mujer en esta obra. Creo que se abusa del recurso de mostrarla en una posición de debilidad para empoderar a los personajes masculinos. Se puede mostrar una sociedad machista sin necesidad de relevar a la mujer a un papel prácticamente invisible y tan sexualizado. Me hubiera gustado ver a un personaje femenino protagonista que pudiera mostrarnos su disconformidad con la situación en la que vive, dándole otras armas que no se limiten a la belleza de su cuerpo. Sin embargo, toda la trama gira entorno a personajes masculinos. Los valientes guerreros que deben salvar a la doncella en apuros, o el cabrón poderoso que ve las mujeres como meras posesiones. Algo parecido me ha pasado con el abuso de las palabras malsonantes. Si bien este es un recurso que es interesante emplear en algunos personajes, para aportar variedad y realismo y seguir en esa línea de la sociedad decadente, pierde el sentido cuando son tantos los personajes que presentan dicho rasgo. Dos cosas quiero destacar en el lado positivo de la balanza: las construcciones tan hermosas que nos encontramos de vez en cuando (hay oraciones realmente bellas) y el buen trabajo de construcción por capas que hay tras el personaje de Thangil. Personaje que actúa como principal componente diferenciador de esta novela respecto a otras del género. Tengo la esperanza de que, ahora que empiezan a soplar vientos de revolución, se le de un vuelco al papel de la mujer y que ello nos permita disfrutar de una segunda parte que huele a batalla. |
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