La novela me ha parecido poco más que un divertimento, una comedia amable, en ocasiones inverosímil, pero nadie dice que las comedias no puedan serlo, con la que pasar un rato agradable. Eso sí, en mi caso, que venía de leer a Guimarães Rosa, ha sido como, tras haber escuchado a Wayne Shorter, oír una canción de Alaska: sí, que muevo la pierna, que muevo el pie, pero nada de mil campanas sonando en mi corazón
|